No es que sea malo, es que ya no lo amo.

Por Alexis León para Psicología Avanzada

En terapia, es común recibir a personas, la mayoría mujeres, que se encuentran en la encrucijada de querer terminar una relación sentimental. Este proceso se puede dar en cualquiera de las etapas de dicha relación. Puede ser al inicio, en la fase de conocerse, donde muchas veces las herramientas van dirigidas a lidiar con posibles reacciones adversas de la otra persona. También puede ser durante un noviazgo que mientras está construyendo y haciendo sólida una relación para llegar al siguiente paso, se dan cuenta de que no pueden o no funcionan como pareja. Esto es más normal de lo que se pueda creer y hay quienes piensen que ir al psicólogo en un noviazgo es perder el tiempo. Piensan que, como el noviazgo es precisamente para conocerse, si hay necesidad de un psicólogo es porque no son tal para cual y que es como una bandera de alerta. Pero estos casos se ven en terapia y muchas veces se lidia con el rompimiento de la manera más saludable posible, si se entiende que definitivamente la separación es el camino correcto. Ahora bien, cuando ocurre en la etapa del matrimonio el trabajo suele ser más retante. Muchas personas piensan que dejar o separarse es expresar y aceptar que la pareja ha sido mala persona. Nada más lejos de la realidad, en algunos casos. Hay una gran confusión en las personas que no logran entender que dejar o separarse de una persona no siempre se debe a que esta haya sido mala pareja, sino que muchas veces es porque ya esa persona no le hace feliz.

El trabajo de un psicólogo, uno respetable y preparado, será siempre explorar las razones por las que esto sucede. El profesional deberá hacer preguntas como ¿han ido a terapia juntos? ¿ha pasado esto antes? ¿han existido episodios de maltrato o violencia? Y es que muchas veces todo está en orden, y el paciente (usaré el ejemplo femenino por ser el más común) llega a la clínica con interrogantes como ¿Por qué si es tan bueno, no lo quiero? ó “mis amigas me dicen que no lo deje, que es un buen hombre y que no conseguiré otro así”.  En esos momentos la salud psicológica de la persona está en un camino a afectarse o ya, ciertamente, podría estar afectada.

Hay que empezar a separar el hecho de que la persona sea un buen ser humano, un buen papá (o mamá), respetuos@ y sincer@, al hecho de que simple y llanamente, no le ames. El amor no se fundamenta únicamente en las buenas cualidades que pueda o no tener una pareja. En terapia, suele repetirse la frase “…verá, es que no soy feliz”, “sé que tiene tantas cosas buenas, pero no me siento feliz”, o, citando una frase que escuché en estos meses de una mujer, “siento que se me va la vida tratando de ser feliz”.  Este tipo de pensamiento parte de la premisa oculta de que la felicidad depende del otro, que el otro me haga feliz. Y esa forma de pensar es la que muchas veces destruye a la persona, ya que cuando hacemos el ejercicio de colocar los atributos de la pareja, todos son en la mayoría positivos. Entonces viene el cuestionamiento “si es tan bueno, ¿porque es que no lo amo?”. Y es precisamente porque la persona que vive este cuestionamiento está olvidando lo más importante dentro de todo el proceso… se está olvidando de sí misma (o si mismo).

Al menos en terapia, luego de analizar las razones y el nivel de decisión que tiene la persona, la principal estrategia es el empoderamiento. Claro está, todo esto vendrá atado de un proceso que busque hacer las cosas lo más saludables, adaptativas y justas posibles, para todas las partes envueltas. Pero el primer paso siempre recaerá en buscar ayuda profesional. Las amistades cercanas, familiares y compañeros no suelen ser los mejores compañeros para estos procesos. No solo carecen de estrategias, herramientas y modelos adaptados de terapia para acompañar estos casos, sino que están, con toda probabilidad, viciados o prejuiciados. Se debe buscar una persona neutral que constantemente este monitoreando y acompañándote de manera sistemática y progresiva. Solo así se verá un proceso positivo para la persona.

Por más que lo pienses, no estás sola (o sólo) si buscas ayuda. Saber si es que ya no amas a tu pareja porque no te hace feliz, o si no te hace feliz pero lo amas, todas son preguntas válidas y comunes según pasa el tiempo en una relación. Un psicólogo puede ayudarte o ayudarlos sin importar en qué fase estés (o estén) sin dejar de poner siempre en el centro de su proceso el hecho de que lo más importante es la felicidad de cada persona como individuo, para saber si vale la pena seguir luchando por la relación. Separarse no es un crimen. No debe ser la primera opción si es una pareja que anhela seguir buscando su felicidad, pero si esa misma felicidad de una de las partes no se está logrando mientras está con su pareja, y ya han tratado varias cosas, ya no queda mucho que se pueda hacer. Sea una cosa o la otra, no lo dudes, no sientas vergüenza y acude (o acudan) a terapia. Mejor temprano que tarde.